La economía de conocimiento es un modelo de producción cuyo objeto de intercambio comercial es la información. La información adquiere valor cuando es necesaria para el desarrollo y explotación comercial de cualquier tecnología. Por información con valor nos referimos al conocimiento resultado del método en el cual se utiliza la ciencia aplicada para resolver problemas presentes en nuestro entorno social. En la actualidad este conocimiento es considerado otro tipo de mercancía. Su integración en métodos de producción convencional genera un valor agregado sobre el producto en el cual se emplea. Este valor agregado, que puede estar representado por una marca de fábrica, derecho de copia, patente o secreto de negocio, es cuantificable y puede ser objeto de canjeo, apreciación y depreciación.
La capitalización en esta economía ocurre sobre la inversión en la creación y el manejo de conocimiento. El ingenio humano se convierte en su principal recurso de impulso industrial por ser fuente de ideas e información técnica. No existe tecnología si no se conoce como diseñar y reproducir una idea. Por ende, no existe manufactura donde no hay información sobre la manera de hacer un producto. En un mercado global, donde abundan los procesos de manufactura, la competitividad de una empresa yace en la sofisticación que alcanza su producto o servicio. Esta sofisticación puede resultar de actividades de Investigación y Desarrollo (I&D) o mediante la identificación y el desarrollo industrial de ese elemento útil u ornamental que resulta en: una ventaja en la comercialización de nueva tecnología, o en una novedad de base científica cual representa un avance tecnológico en el estándar de vida social.
Para la década del 60 comienza la experimentación científica relacionada a las teorías de comunicación denominadas “envío vía paquetes de información” que dieron lugar a la aparición del Internet. Pero es en los 90 que esta experimentación alcanza el nivel de sofisticación que hace posible su uso público. Se identifica a la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados (DARPA), ligada al Departamento de Defensa de los Estados Unidos, como precursora en el financiamiento de la I&D correspondiente a la nueva red de comunicación. Aunque en un principio se concibió para uso militar, y su objetivo fue acelerar el flujo de datos entre computadoras de DARPA, para la década del 70 instituciones de investigación pública, laboratorios y otras empresas de capital privado, se suman a los esfuerzos de I&D. Es probable que su inclusión en estos esfuerzos se debiera a que cada una previó las ventajas que esta nueva tecnología traería a su operación en particular o el potencial de capitalización sobre su inversión en I&D. No obstante, sin la reacción de estas empresas, el perfeccionamiento y uso público del Internet no hubiese sido posible, y con el, todas las repercusiones que la correspondiente difusión masiva de información causaría en la política social económica del mundo.
De acuerdo con la Organización de Desarrollo Económico Comunitario (OECD), se estima que más del 50% del producto interno bruto (PIB) de países industrializados tiene base en economías de conocimiento, y que estos países invierten entre el 1% y 5% de su PIB en actividades de I&D. En el 2011 los países con mayor inversión en I&D fueron Estados Unidos (EU) y China, con $405.3 billones (equivalente al 2.7% PIB) y $153.7 billones (equivalente al 1.4% PIB) respectivamente. Actualmente, países como EU, China, Japón, Alemania, Corea del Sur, Francia, el Reino Unido, India, Canadá, Rusia y Brasil, tienen influencia substancial sobre la diseminación de información, conocimiento y tecnología, en países en vías de desarrollo. Estos países invierten en educación, salud, entrenamiento de fuerza laboral, tecnologías de información, y en la constitución de sistemas nacionales de innovación como elemento fundamental para su desarrollo económico. Además, importan el recurso intelectual capacitado en áreas de investigación, o “talentos” de conocimiento técnico y pensamiento innovador, preparados para generar ideas y resolver problemas.
La inmersión de Puerto Rico en la economía del conocimiento debe ser política pública apremiante. Poseemos activos como instituciones académicas competitivas, infraestructura, conocimiento en determinados procesos de manufactura (biotecnología) y sofisticación en servicios del sector privado. Sustituye las desventajas del país como la escasez de recursos naturales capitales (o materia prima para manufactura). La integración del conocimiento a la producción local puede redundar en reducción de costos de producción, incrementos en ganancias sobre venta y capital de inversión, en el desarrollo sustentable de Puerto Rico según sus recursos naturales, y puede propiciar un mercado de exportación de conocimiento y manufactura con valor añadido. Si consideramos la limitación de recursos naturales, su uso debería estar destinado a actividades relacionadas a la agricultura y el ecoturismo, ambas economías asociadas al desarrollo sustentable de un país. No obstante el uso de tecnología en agricultura podría rendir frutos de mejor calidad, e incrementar sus ventas, si el proceso de cultivo utilizado es adecuado conforme al ambiente en que se emplea. En este supuesto, la I&D de la tecnología adecuada requeriría del conocimiento de ingenieros y agrónomos, entre otros profesionales. Es por ello que la administración eficiente de recursos como la educación puede redundar en mejor manejo de otros en escasez.
El estado debe crear mejores incentivos para la creación de conocimiento y ser proactivo en la consecución de los resultados que estos persiguen. El profesor Paul A. David, de la Universidad de Stanford, propone algunos modelos que pueden servir como incentivos para el desarrollo de bienes públicos como lo es el conocimiento, entre los cuales destacan: subsidios para el productor en mercados de innovación a cambio del acceso público a su invención; participación directa del gobierno en la producción de bienes públicos mediante contratación con el sector privado, a cambio de suplir el bien sin cargo o por un precio nominal; o se puede crear, por regulación, un monopolio cuasi público sobre la invención, por medio del cual se procure el acceso al conocimiento o información técnica tras la innovación a un precio nominal.
Puerto Rico debe aspirar a mayor integración entre el gobierno, el sector industrial y la academia, para así crear, acumular, manejar, para luego utilizar y exportar conocimiento. A través de alianzas multisectoriales es viable invertir y manejar mejor los riesgos inherentes en la I&D. Además de fortalecer su sistema de educación e incentivar la producción en mercados con demanda como las tecnologías de información (TI) y fuentes de energía renovable. Estas alianzas le permitirían estructurar su producción en “des escala” y fortalecer cadenas de suministros en mercados nuevos y existentes.
Este tipo de economía puede propiciar el desarrollo económico de Puerto Rico independiente de cualquier estatus político. Ciertamente, el éxito de su institución dependerá del modo en que se implemente, y del manejo en esta jurisdicción, de los derechos de propiedad intelectual. Puerto Rico no progresa en la medida que sus esfuerzos se limitan a la búsqueda del producto resultado de la inversión directa foránea (FDI). El turismo sirve de herramienta pero no es suficiente. Puerto Rico es más que una isla tropical de atracción turística. Por otro lado, un mercado como el de vivienda carece de demanda y se pronostica que no producirá dividendos hasta finales de esta nueva década. Puerto Rico está obligado a insertarse en la economía global y para hacerlo tiene que crear un mercado nativo, de exportación, en el cual el capital producto de la inversión se mantenga en el tesoro local, para luego poder financiar el desarrollo de más avance tecnológico. Se requiere identificar industrias en que puede competir a nivel global, pero no limitarse a la manufactura de dispositivos médicos y a la biotecnología. Fortalecer el sistema de educación pública, la UPR, e instituciones como el Fideicomiso de Ciencias y Tecnología, y el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, representa una prioridad a la luz de todo lo que aquí se plantea. Estos organismos son fuente de datos, información técnica, conocimiento y desarrollo tecnológico. La evolución en tecnología equivale a un crecimiento sostenido en la calidad de vida de un país y es esencial para la transformación y modernización de sus estructuras económicas. En estos momentos no hay opción más inteligente para el desarrollo económico de Puerto Rico.
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